lunes, 8 de octubre de 2007

Cuerpo a cuerpo

Las tácticas de cuerpo a cuerpo no son fáciles. Requieren de destreza, agilidad, flexibilidad, todas esas palabras caducas que van perdiendo significado con el paso del tiempo. No es fácil sentarse a lado de una mujer joven que transforma su cuerpo a voluntad, doblando su cintura como si fuera de goma o estirándose bocarriba sin esconder la espalda.

Jenn-Marie es esa clase de mujer, de las que, nada más verla, odias su cuerpo y su cara por su juventud. Sus piernas famélicas que parece que se van romper.

Jenn-Marie pasó su infancia cuidando de una anciana, quizás por eso le atren los hombres viejos, porque así es cómo ella los llama, hombres viejos. La he visto comportarse con ellos como quien ciuda de una persona que ha perdido sus facultades mentales. Les coje del brazo para subir las escaleras, le retira la silla cuando se van a sentar, le habla en alto y les repite las cosas. Jenn-Marie conoce su destreza en las tácticas de cuerpo a cuerpo.

Recuerdo aquella tarde, cuando apenas la conocía, que nos encontramos de casualidad en aquel café. Todavía no sabía su nombre. Yo llevaba ya un rato sentado con mi café, del que apenas había tomados unos tragos, cuando aquella muchacha flaca de pelo castaño se me acercó para decirme algo. Me sorprendieron grandes ojos que podía dejar de mirar. Mientras ella gesticulaba y me agarraba de la mano para que me levantar, yo seguía mirando aquellos ojos tan profundos. Sin saber cómo me vi sentado junto a un grupo de ancianos mientras Jenn-Marie contaba a voz alzada una sus anécdotas sobre las conferencias políticas a las que solía asistir.

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